¿Existe el amor a primera vista?

Ese primer mirar genera miles de suspiros que al principio uno no logra descifrar. Sucede que, con el correr del tiempo, se transforma en amor luego de varias miradas.

Lo común en cualquier ciudad, religión o cultura es el arte de gesticular que posee el ser humano, la idea de mirar y llamar la atención es algo de lo que nadie escapa. El gesticular es un modo utilizado para poder provocar algo más de lo que ya provoca una mirada, las manos, el caminar, son modos que atraen de manera singular, dicen mucho mas de una persona; y eso lleva, sin querer, a veces, a una primera atracción visual si se quiere.

En el caso puntual de las mujeres, no pecan de inadvertidas en esas circunstancias ya que guardan su as debajo de la manga. La mujer en sí es de carácter más reservado, estratégico, y cuando alguien le llama la atención no duda en poner su plan en marcha, de manera tal que logre captar al cien por cien la atención de quien quiere conquistar.

La existencia del amor a primera vista,  o aunque no lo creáis a primera “oída” pues también podéis encontrar el amor a través de su voz, ese flechazo que se siente al conocer a alguien irresistiblemente atractivo para vuestro gusto, es defendida a diario por cientos de individuos, quienes aseguran haber experimentado este tipo de sentimiento, que no siempre responde a los criterios de selección de pareja.

El impacto emocional que experimentamos al conocer a otra persona y quedarnos completamente deslumbrados, no es más que un flechazo de Cupido, una especie de enamoramiento repentino que no permite pensar en nada más. Una mezcla de esa química que atrae o aleja a los seres humanos, con la idealización que cada uno elabora sobre el otro y, posteriormente, trasladamos a un individuo en específico.

En cambio, el amor es otra cosa: implica además de atracción, deseo y cariño, conocimiento mutuo, porque nadie puede amar a quien no conoce. También respeto, confianza, preocupación por todo lo que guarde relación con la persona amada y aceptar a nuestra pareja con sus virtudes y defectos.

Es, a decir de los expertos, el verdadero fruto que puede dar o no el enamoramiento, y exige estabilidad y perdurabilidad: dos criterios que confirman su verdadera existencia.

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